Queridos/as hermanos/as de la Asociación:
Como Padre espiritual de la misma os he tenido presentes en todas las celebraciones del Triduo Pascual, aunque no pudierais estar físicamente al igual que ningún feligrés de la parroquia de S. Isidro y creo que el conjunto de la Iglesia. ¡Qué extraño para la liturgia celebrar con la comunidad a distancia, o telemáticamente! Se me asemeja a un banquete de bodas en que los invitados participaran por videoconferencia.
Hemos de reconocer que no es lo propio del ser humano que está diseñado por Dios para que por las cinco ventanas de los sentidos participe incluso de sus dones. Pero las circunstancias de salud así lo exigen en esta pandemia. Hemos echado de menos la belleza de las imágenes que penetran por los ojos y llegan al corazón, el olor de la primavera en las calles, el azahar y el incienso que elevan el alma al igual que la música que acompañando los pasos anuncia que llega el esposo-Cristo, muy lastimado pero revestido de la belleza de su inmenso amor a dar la vida por la humanidad.
Aun así, los cristianos nos unimos plenamente a lo que acontece en la pascua. Cristo por amor se ha entregado a la muerte para darnos vida nueva, vida de Dios que llega a la eternidad. Todo el misterio Pascual ha acontecido. Un nuevo y definitivo éxodo que nos lleva de la esclavitud del pecado a libertad para amar sin medida. Del costado abierto Cristo en la Cruz ha manado sangre y agua, la sangre de la vida y el agua de la Gracia.
Al entregarnos su Espíritu en el último aliento al morir nos capacita para ser hijos de Dios y hermanos entre nosotros. La humanidad entera ha sido recreada y ya hay esperanza, pues se ha abierto el cielo por las cinco puertas de las llagas de Cristo. Esta es la gran experiencia interior del cristiano que, a pesar de las circunstancias de confinamiento, sufrimiento y luctuosos acontecimientos, vemos la Gloria de Dios actuando en su Iglesia para una nueva humanidad, de igual manera que los primeros cristianos la reconocieron en la pobreza, el sufrimiento, la pasión y muerte de Cristo.
«Tenemos una maravillosa misión a la que nos impulsa el Espíritu: anunciar la Gloria de Dios en este tiempo Pascual»
Comenzamos este tiempo de pascua donde el Resucitado nos envía a la gran misión de anunciar a nuestros hermanos con gran Alegría que la muerte ha sido vencida, que el amor auténtico ha triunfado, que es posible la comunión y la fraternidad porque El Señor está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Esta experiencia pascual adquiere particular sentido en las hermandades de Gloria a las que nosotros estamos vinculados bajo la advocación de Ntra. Sra. la Virgen de la Granada y el niño Jesús de los Reyes.
Tenemos una maravillosa misión a la que nos impulsa el Espíritu: anunciar la Gloria de Dios en este tiempo Pascual en medio de una sociedad que sufre y ahora especialmente en esta terrible pandemia. Descubrir la Gloria De Dios en cada gesto pequeño o grande de caridad ante nuestros hermanos más pobres y necesitados, es propio de hombres y mujeres de Fe. Trasmitir Esperanza en medio de tanto pesimismo es testificar su presencia viva que nos dice: No tengáis miedo.
Las hermandades de gloria se sostienen sobre la experiencia del Resucitado en las vidas de los que pertenecemos a ellas. Por eso invito a todos en este tiempo de Pascua que comenzamos a abrir de par en par las puertas del corazón al Rey de la Gloria, experimentar su amor y testificarlo. Es tiempo de acoger a María como el discípulo amado, pues en ella resplandece de modo singular la Gloria que Dios ha traído al mundo.
Con María, la nueva Eva, la llena de Gracia, comienza un nuevo amanecer: el Reino De Dios. FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS.
+ Antonio Gutiérrez Domínguez
Párroco de San Isidro
Imagen: «La Resurrección de Cristo» (detalle), de Federico Zuccaro, s. XVI.
Propiedad del Museo del Prado